31 May | Subido por Perro Positivo | no hay comentarios |
Desde que empezamos a vivir esta nueva situación, la vida de nuestros perros ha sufrido un vuelco en muchos aspectos, entre los cuáles se encuentra una variación de las rutinas tanto dentro de casa como en el paseo.
Nos encontramos con muchas personas que tienden a pensar que sus perros perciben la vida y el entorno de la misma forma que el humano, y, aunque tenemos algunas semejanzas, esto no es exactamente así, el perro a lo largo de la evolución ha desarrollado de forma distinta sus sentidos a como lo hemos hecho los humanos, por una simple cuestión de adaptación y supervivencia de la especie.
El perro de hoy en día, aunque dispone y usa los cinco sentidos, se guía principalmente por tres: el sentido del olfato, el oído y la vista y éstos en conjunto, le aportan información acerca del entorno. Y precisamente, por este motivo a nuestros perros les afecta el Coronavirus, porque el entorno ha cambiado tanto en olores, sonidos y estímulos visuales. Por lo tanto, debido a la obligada adaptación, sus rutinas se han visto forzadas a modificarse, y eso, conlleva una serie de consecuencias a corto y largo plazo.
Muchos perros han aumentado sus niveles de estrés por todos los cambios a los que se han visto sometidos y que comentamos en el post: Perros y coronavirus: cómo afecta a los perros el confinamiento?
Evidentemente cada perro es único y en función de su estado emocional, su madurez, y su capacidad de resiliencia y adaptación, puede que haya reaccionado de forma distinta, pero nos hemos encontrado principalmente con dos grupos.
Primero, los que han notado enormemente la variación en sus paseos, su falta de actividad física, de exploración del entorno, bien porque era su único momento de desfogue, o por la ausencia de relaciones sociales intraespecíficas (con otros perros), reuniones en parques, encuentros durante el paseo, o incluso clases grupales o excursiones caninas. Perros que durante las primeras semanas salían nerviosos y con claros síntomas de ansiedad.
La forma de expresar esta ansiedad puede ser diferente en función del individuo: habrá los que tiren mucho más de la correa, les cueste muchísimo estar sin hacer nada, quedarse parados, incluso ladren más, exijan atención, tengan menos paciencia y se frustren con facilidad, sean incapaces de caminar de forma relajada, se les note tensión muscular, miren constantemente a su alrededor, y un sin fin de formas de expresarlo.
Y otros que, la disminución notoria de seres humanos y estímulos en la calle les haya ayudado a gestionar mejor esas inseguridades, preocupaciones y/o miedos que ya tenían. Estas semanas han podido ser una oportunidad para ellos, para que, vayan aprendiendo de forma progresiva a gestionarlo todo.
Durante dos meses los perros han tenido paseos muy cortos, ya que la normativa era muy clara, los paseos debían ser reducidos en distancia y tiempo (aunque no se especificaba las veces que podían bajar a la calle), por lo tanto, las salidas estaban pensadas exclusivamente para hacer sus necesidades fisiológicas.
Sin embargo, muchos educadores caninos hemos estado insistiendo en darles la posibilidad de exploración del entorno que fuese permitida en cada caso. Es decir, dejar que el perro olfateara a su ritmo todo lo que pudiese en el escaso trayecto que tenía. Y, a poder ser, variar un poco las rutas, si por la mañana al salir por la puerta de casa habíamos girado a la izquierda, al mediodía cambiar e ir en otra dirección en búsqueda de nuevos olores. (Esto son simplemente ejemplos, no a todos los perros les tienen que funcionar estos consejos).
Hemos visto como muchos perros mostraban y siguen mostrando señales comunicativas relacionadas con la cautela, el miedo y la inseguridad ya que de repente los seres humanos, que ya hasta ahora era difícil de comprender para ellos, ahora están obligados a salir a la calle con mascarillas que impiden la lectura de sus expresiones/intenciones, cambiando su aspecto físico, reduciendo el tiempo de que disponen para interactuar con ellos y limitando la posibilidad de resolver esos miedos.
Un punto que se suele pasar por alto es que, al haberse impuesto estas medidas de seguridad para gestionar la pandemia, el ser humano ha empezado a vivir y a sentir miedo, estrés y ansiedad en situaciones en las que antes no lo hacía, como por ejemplo, cuando va al supermercado, si debe ir al médico o si debe ir a trabajar y no puede acercarse, vigilar qué toca, debe mantener distancias con las demás personas, incluso el tema de conversación en muchos de los casos puede haber cambiado… todo esto provoca que nuestro cerebro se mantenga condicionado y en un estado de alerta constante pudiendo exagerar y afectar nuestro estado emocional y variar nuestros niveles de hormonas de estrés.
Esto también es algo que los perros pueden percibir ya que cualquiera de estas emociones: miedo, tristeza y ansiedad tienen un olor que no pasa desapercibido para nuestros compañeros de vida de cuatro patas y puede afectarles química emocional y, por lo tanto, conductualmente.
Las consecuencias del Covid-19 no sólo afectarán a la sociedad humana, sino también a la comunidad canina en el momento en que todo vuelva a la “normalidad” con respecto al paseo.
Con el proceso de desconfinamiento, empiezan a aumentar de golpe todos los estímulos en la calle y, quizás muchos perros, llegarán a puntos de saturación emocional y darán lugar a dificultades a la hora de gestionar los estímulos que aparecerán de golpe (sobretodo en grandes ciudades), y en casa: puede que aumente la exigencia de atención, el aburrimiento y las dificultades para gestionar la soledad.
El primer día en que pudieron salir a la calle los niños, pudimos ver cómo la misma excitación de las familias por el derecho a la “libertad” tan anhelada que iba acompañada de un exceso de ruido, provocaba ladridos y mucha excitación en los perros de las casas.
En el momento, que dieron vía libre a todos los que quisieran aprovechar los espacios públicos para hacer ejercicio, pasó exactamente lo mismo. ¿Por qué? Porque la limitación horaria que tiene cada grupo o colectivo hace que se concentre mayor número de esos estímulos. Algo anormal de ver para el perro que está paseando en ese momento.
La normativa es la que es, por ello, os recomendamos que, si tenéis un perro con problemas a la hora de gestionar ciertos estímulos: ruidos, niños, movimiento, lo que sea, adaptéis sus salidas de paseo a horarios donde pueda encontrarse con menor cantidad.
Con esto no decimos que no lo expongáis jamás a esas situaciones, porque sería algo inviable dependiendo de dónde viváis, pero sí que intentéis hacerlo de la forma más progresiva que os sea posible.
También relacionado con el aumento repentino de estímulos habrá perros que por su personalidad les sea difícil gestionar a los otros perros los cuales también habrán subido sus niveles de estrés pudiendo dar lugar a conductas reactivas hacia sus congéneres. No es nada personal, y no tiene por qué el perro quedarse en ese estado a partir de ahora, simplemente tenemos que darle ese tiempo de adaptación y acompañarle a gestionar todos los cambios que vendrán.
Ante cualquier duda o que, simplemente no sepáis cómo ofrecer esa ayuda a vuestro perro, os recomendamos que os pongáis en manos de un buen profesional que os ayude.
Tampoco nos olvidemos que ahora, con los cambios de fases de la desescalada, empezamos a tener más libertad y posibilidad de ofrecerle a nuestros perros actividades diferentes que no hemos podido hacer estos meses atrás. Algo muy importante en un proceso de reconstrucción emocional es la parte de disfrutar con nuestro perro. Nos obsesionamos en arreglar los problemas sobre el terreno y nos olvidamos que si no cambiamos su actitud, si no añadimos un poco de emoción de alegría, su gestión en las situaciones críticas es probable que no sea buena. Así que aprovechar para salir al campo a la playa, quedar con sus mejores amigos perrunos y hacer esas actividades que seguro estaban anhelando hacer.
Os pedimos que tengáis paciencia, seáis comprensivos y sobretodo, empaticéis con vuestros compañeros de vida peludos. De la misma forma que nosotros los humanos, a la que hemos pasado a la fase 1 teníamos unas ganas locas de ver a nuestros seres queridos y sentíamos emoción, alegría y excitación; puede que vuestros perros, a la que vuelvan a encontrarse con sus colegas perrunos, también se presenten de forma más excitada y nerviosa.
Acompáñale y estate ahí por si necesita de tu ayuda. ¡Permítele aprender y disfrutar!